¿Son las ballenas y delfines los grandes simios de los océanos?
Por Philippa Brakes – Diciembre de 2009
Hace casi veinte años WDCS produjo un informe llamado simplemente: ‘Why Whales? ’ (cuyo significado español sería: “¿Por qué los Cetáceos?”). Este informe que exploró los argumentos éticos, conservacionistas y de bienestar animal de la protección de los cetáceos, preguntaba ¿Por qué? ¿Qué es tan especial sobre este grupo de animales que inspira admiración, aprecio y un deseo de ayudarlos y protegerlos?
Desde la publicación de este informe estos argumentos han evolucionado, junto con la ciencia que los sustentaba. Las razones para darle a este grupo de animales especial consideración son más apremiantes hoy de lo que fueron incluso hace diez o veinte años.
Los océanos del mundo continúan siendo negativamente afectados por las actividades antrópicas, desde la contaminación química y sonora, las redes de pesca y plásticos a la deriva, hasta el cambio climático y la acidificación de los océanos y, tristemente, la matanza de ballenas y delfines que continúa aún sin disminuir.
Hoy es un buen momento para hacer otra vez esas mismas preguntas, para re-evaluar qué sabemos, y para preguntarnos “¿Por qué los Cetáceos?”.
En las dos últimas décadas hemos aprendido mucho más sobre las complejidades sociales de la vida de muchas especies de ballenas y delfines. Sólo estamos raspando la superficie, pero sabemos que, por ejemplo, ciertos delfines poseen un rol muy específico dentro de sus comunidades, también que la información puede ser compartida entre individuos de la misma especie e incluso a veces, entre generaciones, en una transmisión de conocimientos que muchos científicos hoy reconocen como cultura no humana. También sabemos que algunas especies poseen células cerebrales especiales como neuronas fusiformes, que se cree están asociadas con la empatía y la inteligencia emocional. Anteriormente se pensaba que estas células sólo podían ser encontradas en los cerebros de humanos y otros primates.
Estas maravillosas revelaciones sobre nuestros primos del océano traen consigo una cierta responsabilidad: debemos reconsiderar las consecuencias de nuestras acciones más allá del punto de vista básico de las “remociones sostenibles”, o qué población podrá “sobrevivir”. Este rudimentario análisis simplemente no será suficiente. Debemos desafiarnos a nosotros mismos para desarrollar un orden de protección más sofisticado que los niveles actualmente definidos por la genética o los límites geográficos. En su lugar, es hora de considerar cómo podemos proteger a estos animales a nivel subpoblacional e individual, y desarrollar ideas sobre cómo podemos proteger algo de sus singulares culturas.
Con nuestro creciente entendimiento de la cognición de los cetáceos nos podríamos preguntar, “¿Son los cetáceos los grandes simios de los océanos?” Pero comparar cualquier ser inteligente con nuestros primos terrestres más cercanos revela cierto enfoque antropocéntrico sobre la inteligencia, a lo cual somos propensos. Las perpetuas preguntas de “cómo son de iguales a nosotros” otras especies, demuestra la naturaleza rudimentaria de nuestro entendimiento acerca de la inteligencia de otras especies. Demasiado a menudo nos vemos como el “pináculo de la evolución”, como el modelo de inteligencia por el cual el resto de los animales deben ser juzgados.
Extraordinario como pueden resultar, y difícil como a menudo es para nosotros comprenderlo, existen “tipos” de inteligencia alternativos al nuestro, que a menudo sirven para funciones biológicas muy específicas. De hecho, algunas especies sociales, que incluyen posiblemente a los cetáceos, pueden poseer una forma de “inteligencia colectiva” que es difícil prever para nosotros, aún menos medir. Pero puede haber algunos paralelos que podríamos considerar. ¿Es posible, por ejemplo, que los impactos humanos en ambientes marinos tales como la degradación del hábitat, causen su propia clase de malestar social colectivo sobre una comunidad de ballenas o delfines? ¿Efectos similares a los que se observan en nuestras propias estresadas sociedades?
Aún más, la comprensión de una diferente percepción sensorial del mundo también trae una nueva perspectiva. Puede ser de hecho que seamos nosotros “tan ciegos como murciélagos” cuando vamos a considerar que una cierta especie, incluyendo ciertas especies de cetáceos, “visualiza” el mundo a través del sonido que rebota.
¿En el inicio de las campañas “Save the Whale” (Salven a las Ballenas) de los años 70, las ballenas fueron consideradas como un ícono ambiental – después de todo, si no pudiéramos salvar a las ballenas, qué esperanza tienen otras especies obviamente menos carismáticas? Los cetáceos siguen siendo hoy un emblema para cuestiones medioambientales tanto como lo fueron hace 40 años, pero quizás hoy también esté creciendo el reconocimiento de que las ballenas y delfines, con su avanzada cognición y sociedades complejas, son también embajadores para el movimiento de bienestar y protección animal.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de “protección animal”? ¿Es en un sentido amplio proteger sus intereses en el mundo físico – tal como asegurar que tengan ambientes saludables, suficiente alimento para comer, y espacio y seguridad para exhibir su rango natural de comportamientos y liberarlos de las cacerías? Si reconocemos – como la ciencia nos está diciendo que deberíamos hacer – que son seres inteligentes y sensibles, que frecuentemente poseen complejas redes sociales e interacciones, que pueden transmitir conocimiento cultural, entonces debemos considerar también el bienestar psicológico -a corto y largo plazo- de estos individuos, cuando consideramos su bienestar y su protección.
El Dr. Victor Scheffer, científico especializado en mamíferos marinos de los E.E.U.U., observó que “cuando meditamos sobre el maltrato que el hombre ejerce sobre los cetáceos estamos movidos a pensar en su maltrato hacia otras formas de animales silvestres y domésticos, de laboratorio y de exhibición”*. Quizás entonces, nuestra capacidad de conectarnos con nuestros primos mamíferos del océano, nuestro interés en sus vidas, su importancia para muchas de nuestras culturas humanas, sea de relevancia para un movimiento mucho más amplio hacia niveles mayores de protección para otros seres sensibles.
Existen indudablemente muchos misterios que esperan ser revelados en las fronteras de la ciencia de las ballenas y delfines. El siglo XXI probablemente proporcione algunos avances extraordinarios y, tristemente, algunos desafíos espectaculares, para nosotros mismos y para nuestros parientes de alta mar. Pero ahora más que nunca, una cosa es cierta: los cetáceos necesitan tu consideración, necesitan tu compasión, y necesitan tu ayuda.
*Why Whales? Una Publicación Especial. Publicado por Whale and Dolphin Conservation Society.