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Giro del Acuerdo de Cacería de Ballenas

Los títulos de los artículos periodísticos publicados en The New York Times el 15 de abril y luego en The Guardian el 16, sugieren que quienes buscan que el acuerdo que se está discutiendo en el seno de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) se logre esperan alcanzar el fin de la cacería de ballenas, pero esto está muy lejos de lo que en realidad se está proponiendo.

La propuesta, que puede encontrarse en la página web de la CBI, establecería cuotas legales de cacería comercial de ballenas para los próximos 10 años. Esto suspende la moratoria a la cacería comercial de ballenas, una de las mayores victorias conservacionistas de esta generación. El acuerdo no contiene el fin de la cacería de ballenas; ni siquiera una reducción durante los 10 años que están en discusión.
 
La Comisionada de Australia ante la CBI respondió vigorosamente al texto escrito en el New York Times en el que se sostiene que su país apoya el acuerdo, diciendo en PRNewswire que es “completamente erróneo”.
 
Sin embargo, como elemento clave de su propaganda, quienes apoyan el acuerdo sugieren que el mismo llevará a una genuina reducción de las capturas comerciales.
 

WDCS cree que tal sugerencia necesita tomar en cuenta 3 asuntos:
 
•     Las tres naciones balleneras han incrementado sus capturas en los últimos años, al menos parcialmente para aplicar más presión sobre los miembros no-balleneros de la CBI (y potencialmente establecer el marco para este acuerdo);

•     Hay una diferencia entre las cuotas que estas naciones utilizan para sus actividades de cacería de ballenas y los números que realmente matan; y,

•     Aún si el acuerdo resulta en una reducción inmediata en el número de ballenas cazadas con fines comerciales, no hace nada para prevenir que otros países comiencen o continúen cazando ballenas haciendo uso de los actuales resquicios legales en el tratado, tales como la, así llamada, cacería científica de ballenas. Corea del Sur, por ejemplo, país no incluido en la negociación del acuerdo, ha indicado claramente sus deseos de comenzar a cazar ballenas con fines comerciales. La propuesta tampoco hace nada por prevenir la expansión del intercambio comercial internacional de productos de ballenas.
 
Los artículos periodísticos coincidieron con una reunión realizada la semana pasada entre miembros de un grupo de trabajo encargado de elaborar un borrador del acuerdo. El giro en los artículos nos sugiere que, más que persuadir a las naciones balleneras para reducir dramáticamente sus cuotas y acordar medidas robustas de manejo, los resultados de la reunión harán poco por asegurar que el acuerdo sea una ganancia para las ballenas.