Grupos conservacionistas –incluyendo a WDC– están pidiendo que se utilicen los niveles más altos de precaución a partir de las noticias de exploraciones sísmicas (sonidos extremadamente altos utilizados para localizar depósitos de petróleo y gas en el lecho marino) que están siendo llevadas a cabo en el área del mar Mediterráneo, críticas para especies de mamíferos marinos particularmente vulnerables a los sonidos producidos por actividades humanas.
La Falla Helénica, en el Mediterráneo, es el hogar del Zifio de Cuvier así como de Cachalotes, cuya población del Mediterráneo ha sido reconocida como “en peligro” según la Lista Roja de UICN.
Estas especies ya sufren la amenaza de colisiones con embarcaciones, polución química, enmallamiento en aparejos de pesca y los cambios producidos en su ambiente por el calentamiento global. Exploraciones realizadas en el área, emitiendo sonidos de alta energía por largos períodos, los exponen potencialmente a peligros aún mayores.
La actividad pesquera, industrias marinas y actividades militares en todo el mundo están introduciendo sonidos de alta energía en los océanos. Esta contaminación sonora amenaza a las poblaciones de cetáceos, interrumpiendo sus comportamientos normales, alejándolos de áreas que son importantes para su supervivencia y, aún peor, lesionando o incluso a veces causando la muerte a ballenas, delfines y marsopas.
Escuchar es vital para todas las ballenas, delfines y marsopas. Viven en un mundo de sonidos y dependen de este sentido para sobrevivir ya que lo utilizan para encontrar sus presas, comunicarse y navegar. Una ballena, delfín o marsopa sorda tendrá muchas probabilidades de terminar muriendo rápidamente.
Se ha urgido a la compañía que realiza las exploraciones para que las realice a la luz del día y que incremente de tres a siete el número de observadores de mamíferos marinos apropiadamente entrenados a bordo de embarcaciones.