Ballenero caribeño cambia cacería por avistaje de ballenas
En WDC nos alegramos por la noticia de que Orson ‘Balaam’ Ollivierre, considerado el ballenero jefe en la isla de Bequia –la segunda más grande de las Granadinas en el Caribe Oriental– ha abandonado la cacería de ballenas en favor del avistaje de cetáceos.
Desde 1986 la Comisión Ballenera Internacional (CBI) ha otorgado a San Vicente y las Granadinas (SVG) una cuota anual de subsistencia, actualmente de cuatro ballenas jorobadas por año. Las cacerías han sido por mucho tiempo sujeto de controversia dado que SVG no cumple con los criterios requeridos a las naciones que desean cazar por propósitos de subsistencia. La cacería de ballenas no es una tradición cultural en Bequia sino que en cambio fue introducida a fines del siglo XIX por un colono escocés, William Wallace, quien luego se unió a un colono Francés: Joseph Ollivierre, ancestro de Orson. Orson mismo aprendió las técnicas de cacería de ballenas de su tío Athneal, hace aproximadamente un cuarto de siglo.
Hasta hace pocos años las cacerías eran tristemente célebres por tener como objetivo a pares de madre/ cría, impactando primero a la cría sabiendo que su madre permanecerá cerca para ayudar a su cría moribunda; una técnica prohibida por las regulaciones de la CBI. Los métodos de cacería eran particularmente brutales, involucrando el uso de lanchas rápidas, arpones y proyectiles explosivos.
El año pasado Orson mató tres ballenas jorobadas. Que renuncie al arpón es entonces un gesto valiente y muy apreciado de su parte y se da luego de que el Fondo Nacional de San Vicente y las Granadinas realizó una campaña urgiendo a avistar –en lugar de matar– ballenas jorobadas.
A mediados de febrero Orson entregó su bote ballenero –Rescue– y su equipamiento al Fondo Nacional y estos serán exhibidos en el Museo de Embarcaciones de Bequia. Siente que ha llegado un momento de cambio y espera que la observación de ballenas sea más lucrativa que su cacería –como ha probado ser en otras partes del mundo. Sin dudas, así como otros balleneros antes que él han cambiado por el avistaje de cetáceos, su conocimiento de las ballenas y sus movimientos será invaluable.
Se une a otro ballenero local, Gaston Bess, quien dejó la cacería de ballenas el año pasado luego de más de tres décadas, luego de un viaje de avistaje de ballenas a República Dominicana. “Observarlas me quitó la respiración” dijo Bess en ese momento. “Si bien yo ya había estado con ellas, las había impactado y visto morir, ahora las estaba observando bailar, acariciando a sus crías. Arponear ballenas en San Vicente y las Granadinas debería ser algo del pasado. No agrega nada a nuestra economía. La gente debería entusiasmarse y entusiasmar a sus hijos por observar a las ballenas en su ambiente natural y protegerlas”.