Es tiempo de asumir un compromiso global para reducir el ruido en el océano
Una reciente publicación del Dr. Nowacek y colaboradores en la revista Frontiers in Ecology and Environment expone las limitaciones de las actuales regulaciones del ruido oceánico, particularmente aquel generado durante exploraciones sísmicas. Los autores escribieron sobre la necesidad de establecer un nuevo paradigma en relación a la contaminación acústica y sus impactos en los ecosistemas marinos. En WDC estamos de acuerdo con esta visión.
Las actividades de exploración de gas y petróleo se encuentran en expansión en mares y océanos del mundo, debido a las crecientes demandas energéticas de los países desarrollados (principalmente). Este escenario plantea riesgos a los mamíferos marinos, incluyendo ballenas y delfines, debido a los elevados, y en algunas áreas continuos niveles de ruido introducidos durante las exploraciones sísmicas. Los cetáceos dependen de sonidos para navegar, comunicarse, encontrar presas, entre otras funciones, por lo que tan altos niveles de ruido pueden enmascarar sonidos relevantes alterando comportamientos biológicamente importantes, o incluso provocar daños físicos en los animales. Si bien en muchos países existen regulaciones nacionales o regionales, los autores plantean la necesidad de contar con reglamentaciones internacionales. En WDC creemos que esta propuesta sería una buena manera de encarar el problema ya que por ejemplo muchas actividades implican buques que navegan a través de diferentes países, introduciendo ruido que puede viajar miles de kilómetros sin distinguir fronteras nacionales, y posiblemente afectando especies migratorias, como son las ballenas, quienes podrían estar siendo «protegidas» en algunas áreas y sufrir impactos en otras.
Una de las mayores falencias de las regulaciones actuales es que a menudo consideran una única fuente de ruido, como es el caso de los airguns durante la exploración sísmica sin tener en cuenta todas las otras fuentes sonoras asociadas a dicha actividad como ser el ruido de las embarcaciones, u otras posibles fuentes de ruido provenientes de otras actividades en el área como la navegación, ejercicios militares, construcciones, etc.
Los nuevos estándares propuestos por este grupo de prestigiosos científicos y miembros de organizaciones ambientales incluyen un enfoque más global de la contaminación acústica de los océanos en el cual se debe considerar información de base sobre los ecosistemas marinos, impactos acumulativos y de largo plazo de varias fuentes de ruido simultáneas, y medidas probabilísticas que tengan en cuenta la incertidumbre en los niveles de ruido generados por las actividades humanas, como así también en los impactos que tienen sobre la vida marina.
Actualmente existen varias convenciones vinculadas a los cetáceos que incluyen en sus agendas el ruido antropogénico en los océanos, tales como ACCOBAMS, ASCOBANS, CMS, CBI. Una buena manera de continuar abarcando esta problemática en adelante podría ser que entidades gubernamentales, científicos, miembros de organizaciones civiles y sectores interesados puedan discutir acerca de la creación de compromisos internacionales legalmente vinculantes para reducir el ruido del océano – en un plazo predeterminado.