El cautiverio otra vez en la mira
A principios de enero este ejemplar hembra de Tonina overa (Cephalorhyncus commersonii) había sido trasladado de San Diego a Aquatica en Orlando, Estados Unidos, luego de ser capturada en el Estrecho de Magallanes en 1983.
En la actualidad se considera que existen dos subespecies de Tonina overa, ambas en el Hemisferio Sur. Una de ellas se encuentra en el sur de Sudamérica y la otra alrededor de las Islas Kerguelen en el Océano Indico. Es un delfín pequeño blanco y negro, del cual se desconoce gran parte de la información relacionada con su biología a pesar de ser frecuente en las aguas costeras que habita.
Betsy pasó la mayor parte de su vida confinada en un tanque, a alrededor de 10.000km de su hábitat natural y lo que resulta aún más triste, terminó sus días como “adorno” en un tobogán acuático.
Durante los 9 años en los que se permitieron sus capturas en Argentina y Chile se estima que más de 50 animales fueron capturados para establecimientos en Estados Unidos, Alemania y Japón, muchos de los cuales murieron durante su captura, traslados o en los meses posteriores a su llegada a diferentes establecimientos de cautiverio, lo que hace difícil rastrear el número real de animales enviados a este tipo de locaciones. Afortunadamente desde 2002 en Argentina y 2008 en Chile, están prohibidas las capturas de cetáceos.
Si bien desde 1987 no se han registrado más capturas de ejemplares vivos de la especie para abastecer la industria del cautiverio, existen programas de cría llevados adelante por establecimientos en Estados Unidos y Japón de discutible éxito (por lo menos en términos de bienestar animal).
WDC tiene una firme posición en cuanto al mantenimiento de cetáceos en cautiverio por cuestiones que involucran al bienestar animal, sus derechos como personas no humanas, el impacto que las capturas y remoción de ejemplares provocan en las poblaciones silvestres y finalmente, por cuestiones de salud pública y seguridad (tanto para cetáceos como para humanos).
En el caso particular de la Tonina overa, ha apoyado estudios sobre poblaciones silvestres de la especie en Argentina por más de 20 años, y como parte de ellos, por medio de la fotoidentificación, ha podido identificar y seguir en el tiempo ejemplares de la especie por el mismo lapso de tiempo.
Estos vistosos delfines son avistados en aguas costeras de menos de 100m de profundidad y en muchas de las áreas donde pueden ser encontradas, son objeto de actividades turísticas de avistamiento que, lejos de confinarlas al cautiverio, permiten disfrutar del espectáculo de verlas en libertad desplegando su comportamiento natural, al mismo tiempo que brindan ingresos económicos a las comunidades que se desarrollan en las mismas costas que ellas habitan.